A la opinión pública
Al rector de la UNAM, José Narro
Al Jefe de Gobierno del Distrito Federal
Al Presidente de la República
Frente a los recientes acontecimientos en Ciudad Universitaria, que
culminaron con la irrupción de cientos de granaderos la noche del 15 de
noviembre en un acto que violenta a todas luces la autonomía
universitaria, un amplio sector de la comunidad cultural conformada por
académicos, escritores, artistas y trabajadores de la cultura radicados
en México y el extranjero, queremos manifestar nuestro extrañamiento y,
sobre todo, nuestra creciente preocupación. En los últimos años, los
estudiantes mexicanos han sido objeto de hostigamientos, persecución y
detenciones arbitrarias. La desaparición de los 43 estudiantes de la
Normal Rural de Ayotzinapa es el ejemplo más grave y brutal de esta
persecución sistemática. Ese hecho se encuentra hoy bajo el escrutinio
nacional e internacional y ha provocado una creciente toma de conciencia
en la ciudadanía mexicana sobre un urgente replanteamiento de las
relaciones del Estado con la sociedad. Frente a la crisis actual, no
podemos permitir que la respuesta sea la represión.
La
criminalización de los estudiantes y la protesta social, la intimidación
y el acoso son signos peligrosos que sólo hacen crecer el conflicto.
Nos preocupan e indignan las detenciones arbitrarias en el Centro
Histórico y otras colonias de la ciudad de México que, en las últimas
dos semanas, han sido documentadas por ciudadanos de a pie, así como la
detención y secuestro del camión con 84 estudiantes de la Facultad de
Derecho y Humanidades de la Universidad Veracruzana, en la autopista
Xalapa-Veracruz la noche del 14 de noviembre, por policías estatales y
federales, lo mismo que la presencia de granaderos en Ciudad
Universitaria en un contexto explosivo y confuso un día después. Los
discursos sobre la prioridad del diálogo y la procuración de justicia
por parte de la clase política del país no pueden estar acompañados de
signos contrarios y exigencia de mano dura. La sociedad mexicana se
encuentra agraviada y exige una respuesta que finque responsabilidades y
termine con la impunidad, no que amenace a la sociedad civil.
Tememos que la chispa encendida por la injusticia y el horror no sea
entendida con la responsabilidad que el momento requiere y que quienes
tienen la obligación de dar respuesta a la ciudadanía, empezando por el
gobierno federal, violenten los derechos humanos de quienes hoy se
manifiestan por estos hechos aberrantes. Del mismo modo le exigimos al
gobierno del Distrito Federal que respete el libre derecho a la
manifestación y detenga la política represiva hacia los estudiantes
instrumentada desde los hechos del primero de diciembre del 2012.
Asimismo, llamamos al presidente Enrique Peña Nieto a presentar, a la
brevedad, un informe pormenorizado sobre la cantidad de cuerpos
encontrados en fosas clandestinas de todo el país. Exigimos que esos
ciudadanos asesinados impunemente sean identificados y tengan pleno
acceso a la justicia. Del mismo modo, exigimos la búsqueda y
localización de los miles de ciudadanos que han sido desaparecidos en el
país con la complicidad de autoridades municipales, estatales y
federales.
Manifestamos nuestra solidaridad con los padres de los
estudiantes de Ayotzinapa y reiteramos la exigencia de su presentación
con vida, a 51 días de su desaparición.
Ha sido gracias al
silencio cómplice que se han cometido terribles atrocidades en nuestro
país. Nunca más el silencio para las víctimas silenciadas por la
violencia. Llamamos a todas las organizaciones de la sociedad civil a
manifestarse pacíficamente contra la violencia criminal ejercida desde
el Estado.
Ayotzinapa somos todos.
México, D.F. a 16 de noviembre, 2014
Para firmar favor de enviar su nombre a cartaayotzinapa@gmail.com
prefiero la duda a la certeza, lo sutil a lo concreto, la posibilidad al hecho, el mito a la leyenda, la lluvia de otoño al sol de verano, el pecado a la pureza, las cosas pequeñas a las grandes, las diablas a los dioses, la izquierda a la derecha y la literatura a la realidad. viví en barcelona más de una década y ahí aprendí a ser uno de esos otros∙muchos que me habitan∙todos. sé ahora que escribir es escribir∙me y que todo texto es mejor que su autor.
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