desde mi azotea busco el horizonte
y no hallo más que el vuelo de estos pájaros.negros,
cercanos,
vigilantes.
que cruzan el cielo.cerrado con
sus ojos.abiertos.
de la punta de su ala izquierda
cuelga un mar de sal lleno de muertos,
siempre temible,
siempre
presente.
de la punta de su ala derecha
pende un racimo de mujeres malheridas y hombres desaparecidos.
desde mi azotea los contemplo
refulgentes, ardorosos,
pudriendo el aire con sus lentos
aleteos.
temibles pájaros.negros
cercanos,
violentos.
que de su aliento irradian una
espantosa luz que intenta meter sus mentiras por las pequeñísimas ventanas de
los edificios enmohecidos de este país a oscuras,
mi país a oscuras,
tu país a oscuras.
los puedo ver:
sinuosos como
lenguas y pesados como dinosaurios.
siempre vigilantes giran y gira el
mar de sal lleno de muertos,
giran y gira el racimo de mujeres
heridas y hombres desaparecidos,
giran y gira su espantosa luz
y me miran.
entonces yo,
que no soy yo,
ni ave, ni distancia, ni insecto,
en un parpadeo comprendo que todo
esto es el mismo lamento de generaciones
y degeneraciones
y degeneraciones:
el pasado
caminando sobre el filo de las navajas del 9.de.espadas
las venas
impunes con que han zurcido las heridas de mi pueblo
la dictadura que gobierna
este cielo.
edson lechuga
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