raza
veámonos la noche de mañana en la gandhi de quevedo
(https://www.facebook.com/LibreriasGandhi/?fref=ts)
con el corazón apretado por la muerte del divo de juárez.
prefiero la duda a la certeza, lo sutil a lo concreto, la posibilidad al hecho, el mito a la leyenda, la lluvia de otoño al sol de verano, el pecado a la pureza, las cosas pequeñas a las grandes, las diablas a los dioses, la izquierda a la derecha y la literatura a la realidad. viví en barcelona más de una década y ahí aprendí a ser uno de esos otros∙muchos que me habitan∙todos. sé ahora que escribir es escribir∙me y que todo texto es mejor que su autor.
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agosto 29, 2016
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agosto 23, 2016
agosto 22, 2016
copy/paste, como en la prepa
Plagiar no es solo robar párrafos sino robar ideas. Y eso es algo realmente grave. Debería tener consecuencias por supuesto. Más aún si quien robó esas ideas es el presidente de un país.
La definición de la RAE sobre plagio es: Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. Peña no sólo robo lo sustancial sino párrafos y párrafos completos: copy/paste, como en la prepa.
Esto no es un mal menor (como dice Javier Moro en su post de facebook), sino un engaño (otro) inaceptable en el discurso del presidente.
Peña miente desde siempre y en todo, o en casi todo, o en mucho y casi siempre.
Hace apenas unos años Sealtiel Alatriste dimitió al cargo de Coordinador de Difusión Cultural de la UNAM por ser acusado de plagio. Bryce Echenique se abrió la crisma por la misma causa.
¿Qué dirá ahora el presidente de México?
¿Qué dirá ahora la Universidad Panamericana?
¿Qué dirá ahora la sociedad civil?
agosto 21, 2016
agosto 17, 2016
agosto 15, 2016
La poética de Edson Lechuga: una introducción
«No hay
duda», pensé, «esto que se mueve somos nosotros, juntos, atados a las
letras.salva.vidas, zurcidos a la palabra. No hay duda: esta tristeza que nos
hiere es textual. El origen y el destino porque las cosas que suenan bajo la
tierra, del mismo modo que las de encima, son nuestras».
Edson Lechuga, gotas.de.mercurio
Pável Julián Romero
Solís
En
un principio quise reseñar la última de sus novelas publicadas, Anoche me soñé muerta (2015), pero dada
la cantidad de comentarios y alusiones que hay de ella en internet y la prensa,
preferí abordar un aspecto que me parece más sustancial: su poética. Pero no
desde el habitual estudio crítico o filológico de la academia para referir
algún elemento formal, propio de la narratología. Quiero retomar una tradición
digamos antigua de transmisión de saberes: la oralidad, la enseñanza
maestro-aprendiz y la reinterpretación. En ese sentido el siguiente texto se
acerca más al formato de la crítica y ensayo de Xavier Villaurrutia y Amado
Nervo, que no se alejan del sujeto, de la cercanía humana ni de la referencia
directa o la memoria de camaradería. Si leyéramos el ejemplo de Xavier Villaurrutia con respecto a los
juicios que emite sobre la obra de sus maestros en toda su labor crítica, nos
podríamos dar cuenta de la honestidad, agradecimiento, humildad y entendimiento
que éste tuvo con la literatura misma. El compromiso del escritor no es ni
siquiera social, es de carácter más personal y de dignidad con las criaturas
que surgen de su experiencia: “las novelas son pequeñas piezas artísticas que redefinen
el mundo”, esto es que se tiene que revisitar el mismo hecho, pero desde
diferentes perspectivas, para demostrar que no hay una verdad absoluta en un
tema: ¿A quién no le habrán dicho en algún taller que los temas centrales como
el amor, la muerte o el deseo ya han sido saturados por la pluma de otros
artistas?, pues Edson Lechuga ha desarrollado un profundo método para inducir
al futuro escritor a conocer y trabajar su tema personal. Si pudiéramos elegir
alguna premisa, digamos general, de lo que propone la poética del autor sería
que la novela debe tener verosimilitud para que el lector se la crea: tienen
que verse implicadas emociones para que el lector se conmueva. En una novela es
imprescindible hablar de nosotros. Cada vez que un escritor se cuestiona sobre
su campo de estudio y lo da a entender está contribuyendo al esclarecimiento y
opinión de una de las actividades más importantes del ser humano: el arte
narrativo. Existe una necesidad de relatarnos el mundo, una búsqueda de
identificación en esta existencia digamos muda en la que estamos ávidos de
ficción: “Innumerables son los relatos del mundo”, decía Roland Barthes en su
famosa “Introduction à l’analyse
structurale des récits” (1966). Edson Lechuga está en el clan de los artistas
que se han dignado a hacer una labor seria y urgente sobre su disciplina, la estética,
el oficio y el fenómeno de la escritura. De esta última, el escritor nos tiene
mucho que aportar.
Cuando
Lechuga tuvo la amabilidad de mostrarnos los manuscritos, libretas y apuntes sobre
su próxima publicación, y mejor aún, cuando de su propia voz leyó fragmentos de
aquella novela, perros.de.azotea[1],
me pude dar cuenta de que estaba llegando ya a conjuntar de manera natural
aquella congruencia de la que tanto hablaba Gustave Flaubert; esa que se da entre lo que
se profesa y lo que se hace. La poética de Edson Lechuga se podría resumir con
la siguiente cita del padre de Madame
Bovary: “Hacer llorar a los demás con las lágrimas de uno solo, pasadas por
la química del estilo”. Esto no es sino indagación, pura y aparente; la
cosmovisión narrativa del autor de Luz de
luciérnagas (2010) gira en torno a una mecánica de autodescubrimiento, de
introspección en la que el ente creativo se tiene que estimular con el
recuerdo. Sus novelas no son sino meras declaraciones personales de una postura
del yo que parte de la más sincera
exploración del microcosmos: “hay que poner nuestra biografía al servicio de la
literatura”, dice el escritor. Sobre todo porque los sustentos teóricos en los
que se basa para llegar a las disertaciones no proceden directamente de la
técnica, sino del ejercicio de la comprensión de la lectura, del gusto y de la
sensibilidad artística. La poética del yo
se decanta más hacia la confabulación del estilo y la búsqueda de la voz
propia. “Muchos talleres se enfocan en dar a entender la forma (herramientas
narrativas, sintaxis, ortografía, retórica, etcétera), pero no he conocido
ninguno que se enfoque en el aspecto sustancial del fondo, porque la prosa
piensa y los temas que nos conmueven a nosotros les conmoverán a los demás; hay
que escribir de lo que nos avergüenza y si insistimos constantemente en esto
estaremos creando obras sinceras y con carne”, asevera Lechuga. Su
formación en psicología le ha permitido, además, desarrollar un macrocosmos
narrativo que desde mi punto de vista es de suma importancia para la escritura
creativa: la noción personalizada sobre la mimesis, la imagen, las fases del
proceso creativo, la metáfora de la mina, la calistenia, la graella d’fets, los
tipos de lectores, los tipos de escritores y muchos otros elementos propios de
su metodología. Este es un hecho que no dejaré de reportar, pues soy de la idea
de que las enseñanzas de los talleres se deben quedar en algún registro gráfico.
Pienso en Edson Lechuga y pienso en Salvador Elizondo, es decir en la tendencia
de la “novela de la escritura”. En gotas.de.mercurio
(2012) vemos alusiones directas a la concepción de la escritura en la piel,
en todas sus acepciones:
El texto me mostraba
un lugar nuevo e intransitado, virgen, donde las leyes narrativas creaban un
universo paralelo, forjado a golpe de tecla y olfato, remachado a latidos,
ungido con sudores, con fuego en los dedos, con piel, con sentido. Casi
físicamente contemplé a aquella mujer tirada en la cama, despacio, con tiempo,
y por un momento tuve la tentación de ponerle nombre: Silvana. (p.
20).
Para
Lechuga la escritura es un estado de catarsis y seriedad absoluta en el que
existe la posibilidad de habitar un mundo totalmente distinto al de los
sentidos físicos, en esta alusión coincidimos con las tesis sobre la
representación/mimesis de los objetos de la realidad tridimensional. Sobre la
elaboración de la novela asegura en todo momento que debe existir una
revelación dada por la neurosis de la escritura, que solamente se da con el
oficio. Ningún artefacto literario, por más minúsculo que pareciera, escapa de
la perdurabilidad en el papel, los valores de apreciación son dados por la
capacidad de asombro que ha adquirido el lector, y en este sentido toda lectura
es una ambigüedad que se debe a la multiplicidad de significados. Todo acto de
escritura es un ejercicio de salvación. “Hay una anomalía que me hace ir a la
hoja en blanco”, dice el autor. Y esta aseveración coloca al artista como un transgresor
de la realidad física, la creatividad es un músculo que se ejercita con la
alteración de lo cotidiano.
Podríamos decir a vuela pluma que
los escenarios de sus novelas son Pahuatlán, Barcelona y el Distrito Federal.
Pero Edson Lechuga se ha atrevido a redefinir a la corriente costumbrista de
nuestras letras. Si bien Juan Rulfo nos dejó una lección monumental sobre la
universalidad, Lechuga nos lo viene a recordar completamente en Anoche me soñé muerta (2015), la primera
novela que escribió y dejó en el cajón de espera durante diez años
aproximadamente para sacarla a la luz en el presente año bajo el sello de la
editorial Axial. “Escribir desde el origen no ayuda, hay que escribir desde el
exilio. Los mejores machetazos que he dado en la literatura han sido desde el
exilio: la narrativa para mí es un respiro”. Lo que ha pasado con nuestras
letras es que el costumbrismo se ha venido a arraigar en la vena realista como
una especie de fosilización museográfica de cuadros y fetiches, como pinceladas
descriptivas asimiladas, pero puestas ya en el lugar cero de la escritura, en
el lugar común. Por último quisiera cerrar con una tajante, pero reflexiva
enunciación sobre el proceso creativo que nos regala el maestro de esta poética
narrativa: “Una cosa es lo que creo que quiero escribir o contar, y otra lo que
necesito contar o escribir. El problema está en que las heridas y lo que
necesito contar están en el inconsciente”. Con estas palabras introductorias
esperamos trasmitir un poco de su poética personal que nos ha compartido a
varios en Casa Refugio Citlaltépetl. De Edson Lechuga no se han hecho, hasta la
fecha, estudios críticos o filológicos, pero debido a la consolidación de su
obra y cosmovisión de las letras no tardarán en existir.
Tlalpan,
México, D.F. Diciembre, 2015.
[1] Las
minúsculas son deliberadas en los títulos de sus novelas y tienen un objetivo
particular. Esta novela saldrá en la editorial “Cal y Arena” en el 2017.
agosto 14, 2016
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