Buscar este blog

diciembre 04, 2012

¿quiénes son los miembros del gabinete de peña?

Luis Videgaray Caso (Secretaría de hacienda y crédito público)

Diputado federal donde ocupó la Presidencia de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública hasta el 29 de Marzo de 2011.
En 2005, ocupó el cargo de Secretario de finanzas, planeación y administración del gobierno del Estado de México durante la administración de Enrique Peña Nieto.
En 2

011, se postuló como aspirante a la candidatura del PRI al gobierno mexiquense, la cual desistió para convertirse en coordinador general de la campaña de Eruviel Ávila.
Fungió como coordinador general de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.
El 11 de julio de 2012 fue nombrado Coordinador de Políticas Públicas del equipo de transición de Peña.
El 7 de junio de este año, Luis Videgaray Caso fue denunciado por José Aquino, director de Frontera Television Network, ante Corte Federal de Distrito Central del estado de California, Estados Unidos, por el delito de “conspiración para defraudar” al negarse a pagar 56 millones de dólares usados en gastos de promoción en la campaña de Peña Nieto.
No se sabe nada más al respecto.

diciembre 03, 2012

¿quiénes son los miembros del gabinete de peña?

Rosario Robles Berlanga (Desarrollo social)

Fundadora del Partido de la Revolución Democrática en 1989. Fue secretaria de gobierno de 1997 a 1999, durante la administración de Cuahutémoc Cárdenas.
Una de sus obras más destacadas fue la propuesta de permitir el aborto en el Distrito Federal, lo que sería conocido como la Ley Robles. Así mismo, empr

endió una investigación contra el exregente de la ciudad, el priísta Óscar Espinosa Villarreal por el supuesto delito de peculado, tras acusarlo ella misma de haber desviado recursos públicos a grupos priistas como Antorcha Popular.
Según sus propias palabras en su libro "Con todo el corazón", ella misma desde el gobierno apoyó la candidatura de Andrés Manuel López Obrador para que éste ocupase el cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
El 29 de septiembre de 1999 rindió protesta como Jefa de Gobierno ante el pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), en sustitución de Cárdenas.
Fue presidenta nacional del PRD 2002 – 2003
El 3 de marzo de 2004, Televisa transmitió por primera vez un vídeo donde se veía a René Bejarano (en ese momento líder de la mayoría del PRD en la Asamblea Legislativa del DF y anterior secretario particular de Andrés Manuel López Obrador y considerado sumamente cercano a Rosario Robles) recibiendo una gran cantidad de dinero de Carlos Ahumada para favorecer las campañas de los candidatos del PRD y posteriormente ser favorecido con contratos. Al escándalo de Bejarano le siguieron otros videos en donde aparecían otros connotados miembros del PRD en el DF, como Ramón Sosamontes y Carlos Imaz, en los días siguientes todos ellos señalaron a Rosario Robles como la persona que les había presentado a Ahumada y les había sugerido aceptar su ayuda y luego favorecerlo desde el gobierno, además se estableció que Robles y Ahumada tenían una relación sentimental de la que el aprovechaba para conseguir favores del gobierno a sus empresas de construcción, aunque el señalaba que por el contrario, los funcionarios gubernamentales le exigían las presuntas "donaciones" para las campañas para así otorgarle los contratos. Sin embargo todas las versiones situaban en el centro del escándalo a Rosario Robles aunque ella siempre negó cualquier participación en los actos de corrupción de Carlos Ahumada y los funcionarios del gobierno del DF, pero ante el embate de las críticas se vio obligada a renunciar como miembro activo del PRD en 2004 (adelantándose a una anunciada expulsión) y desde ese año se ha alejado relativamente de la escena política de México.

diciembre 02, 2012

¿quiénes son los miembros del gabinete de peña?

José Antonio Meade Kuribreña (Relaciones exteriores)

En enero de 2008 fue nombrado nuevo Subsecretario de Ingresos de la SHCP y defendió a ultranza la constitucionalidad del IETU. También participó activamente en la polémica Reforma Hacendaria de 2009, con la cual se logró incrementar la recaudación fiscal a costa de un incremento de los impuestos

a los trabajadores a la vez que se otorgaron ingentes subsidios a las compañías transnacionales. José Meade participó en la negociación de reformas a la Ley de Competencia en la Cámara de Diputados, junto con Felipe Duarte, Subsecretario de la Secretaría de Economía, y con Manuel Minjares, Subsecretario de Gobernación.
El 7 de enero de 2011, Felipe Calderón designó a José Antonio Meade Secretario de Energía. A pesar de su breve paso dentro de la Secretaría de Energía, durante su gestión se realizaron importantes retrocesos en el sector energético, desde el inicio de proyectos poco eficientes de colaboración con la industria petrolera hasta la realización de acciones en materia de eficiencia energética:
1) Durante su gestión como Secretario, Pemex realizó las primeras adjudicaciones de contratos integrales para exploración y producción, que fueron denunciadas como ilegales en el Congreso Mexicano.
2) Arrancó el programa “Luz Sustentable”, el cual buscaba sustituir más de 47 millones de focos incandescentes por focos ahorradores de energía, aunque se acusó a este programa de ser sumamente costoso por lo que se ha reformado el formato utilizado.

Igualmente se criticaron los múltiples recortes al gasto publico, incluido salud y educación.

¿quiénes son los miembros del gabinete de peña?



Osorio Chong (Gobernación)
  
Además de su amistad personal con Nuñez Soto, algunos periódicos destacan su estrecho vínculo con otras tres personas clave: el también exgobernador de Hidalgo Jesús Murillo Karam y la maestra Elba Esther Gordillo.
En 2003, Osorio Chong se convirtió en diputado federal por el VI Distrito de Hidalgo y además de vicecoordinador de la bancada del PRI, participó en iniciativas de rendición de cuentas para legisladores federales y a favor de víctimas y ofendidos del delito.
Dos años después, en 2005, fue postulado candidato del PRI a gobernador del estado de Hidalgo, un cargo en el que permaneció desde el 1 de abril de 2005 hasta el 31 de marzo de 2011.
Durante su gestión también tuvo que hacer frente a las acusaciones por presuntos vínculos con la organización delictiva de “Los Zetas”, de las que fue exonerado por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO).

octubre 18, 2012

Luz de luciérnagas Edson Lechuga POR DANIEL EMILIO PACHECO



No había caído en cuenta, hasta que leí esta novela, en lo poco que se ha escrito en forma novelada sobre el terremoto ocurrido en la ciudad de México, el 19 de septiembre de 1985. Esta novela no solo pasa por este momento histórico, hace del distrito federal un personaje más de la trama. Y se refiere a esta ciudad de esta forma:
  Porque la ciudad de México no es madre de nadie.
Ama, es cierto.
            Pero ama con amor de madrastra.

Lo primero que salta a la vista al leer la novela, es el ritmo poético que utiliza el autor para contar su historia -incluso recurre en algún momento a marcar por medio de espacios en blanco su escritura en prosa, una palabra por renglón, para dar énfasis, como se hace en la poesía-, usando para este fin un lenguaje cuidado, sobrio, sin exageraciones.
La historia que se cuenta es la de Germán Canseco, un hombre qué, a la distancia, revive parte de su vida en la Ciudad de México. Es en esencia una novela de amor, de ausencia, de recuerdos, buenos o malos… Pero recuerdos al fin y al cabo.
La vida de Germán ha sido marcada cuando como espectador, le toca presenciar la muerte de personas ajenas a él emocionalmente. Sin embargo la perdida más trascendental para Canseco, la ausencia más recordada, es la de Alma, su compañera, amiga, novia, amante. Aun a pesar del tiempo -mas de veinte años-, y la distancia -ahora se encuentra en Barcelona-, sobre los hombros de Germán pesa la imagen del edificio derrumbado, donde Alma vivió, de nada han servido los años, la otras oportunidades, los kilómetros de distancia. Ni siquiera el simbólico funeral, que no enterró el dolor de la ausencia, ni el recuerdo de la mujer amada.

Edson Lechuga entrega una buena primera novela, sin miedo a proponer su estilo, y arriesgando con un tema en el que fácilmente se podría caer en el chantaje emocional hacia el lector; por el contrario, usa sobriamente el momento escogido para plantear su historia. Los recuerdo y las evocaciones de cada lector llegaran solas, con las crónicas del momento, con las reflexiones personales, dándonos cuenta qué, lo que creemos olvidado o superado, se encuentra aun vivo en nuestra mente.
Mención aparte merece la forma en que entrelaza la historia que cuenta, con las citas poéticas de José Carlos Becerra, valiéndose del libro El otoño recorre las islas, para en ocasiones acompañar los diálogos de los personajes.
De la Edición: portada de acuerdo al tema, impresión limpia y cuidada. Montesinos supo escoger la novela adecuada para presentar a un buen escritor.

Lo mejor de ser un buen escritor, es la veracidad con que se puede contar una historia, sin haber estado allí.


septiembre 11, 2012

Escalera al cielo / Gotas.de.mercurio Por Sergio González Rodríguez (09-Sep-2012)



Para la generación de los escritores mexicanos que nacieron después de 1970, la experiencia del viaje (sea éste real o imaginario) se relaciona en cierto modo con un impulso hacia la dislocación, es decir, la discontinuidad, las alteraciones, el cambio de rumbo. E implica también la experiencia de lo estable-inestable. En este ensamble de tensiones, cabe el distanciamiento de quien escribe frente a la realidad, las intervenciones irónicas, el sentido del desgarramiento, o lo lúdico, la gracia del devenir o el conocimiento del desastre.
Ya se trate de la reinvención del mapa postnorteño en Carlos Velázquez, el trayecto transurbano y sus apropiaciones en Valeria Luiselli, la prospección más vital de las variables subjetivas en Gabriela Jáuregui, la pesquisa de lo invisible inherente a la memoria literaria en Verónica Gerber, o los ejercicios centrífugos de identidad en Edson Lechuga, en estos escritores nacidos después de 1970 e inscritos en el imán de las transformaciones culturales, se pueden apreciar los rasgos de una refundación de la literatura mexicana, distante del gestual de ruptura, pero ajena a las inercias del viejo nacionalismo, a la retórica grandilocuente, a los determinismos rígidos del entorno o del contexto: nación, urbe, desierto, provincia, obediencia generacional, narcosis, cultura popular o mediática, etcétera.
En el caso de Edson Lechuga (1970), el lector se encuentra con un narrador que sabe unir vida y poesía en un reto novelístico, y que además de saltar la trampa en la que suelen incurrir algunos escritores (creer que el yo que enuncia es el yo del enunciado) reelabora el célebre mandato de Rimbaud: yo es otro. Y consigue en consecuencia un entrecruzamiento espléndido de relatos y giros textuales mediante un proyecto inteligente.
En la primera novela de Edson Lechuga, Luz de luciérnagas (Montesinos, 2010), el núcleo está en el terremoto de 1985 de la Ciudad de México. La herida de la catástrofe se traslada de los edificios destruidos y la gente desolada a la vivencia personal que asume lo colectivo en tanto ejercicio de expiación personal cuyo destino será diluirse en la nada. El sarcasmo de un trayecto fallido en su ordalía: la historia de los amantes separados por un azar que incluye tardes en un hotel de parejas, la vista de la pista de despegue del aeropuerto, algunos poemas de José Carlos Becerra, la fuerza de lo tectónico. Para el personaje de la novela, el viaje será el método de comprensión de una fatalidad tan elástica que admite su propia traición.
Luz de luciérnagas incluye, como prueba ficticia, algunas imágenes (el retrato de una fonda, la imagen de un sobre en el que, como con el dispositivo de la Carta robada, está la clave, o un edificio desplomado, un documento) que acrecientan la intriga del narrador y la paradoja de la identidad: de sí mismo, de su oriundez, de su pasado. Allí sobra la alternativa de una novela de índole social cuando de lo que se trata es de exponer la paradoja del egotismo, por lo tanto, la corporeidad que entraña la novela poco tiene que ver con la exaltación emotiva: refiere más bien a un examen visceral de la desaparición del sujeto, del enfrentamiento con el desastre y las desposesiones convencionales.
Sanford Kwinter apunta que la década de 1970 fue el momento en el que la tarea arquitectónica confrontó su capacidad de funcionar como ciencia y como arte. La arquitectura descubrió que su compromiso no sólo era edificar, sino llegar a ser una forma de conocimiento, investigación y activismo (cf. Requiem For the City at the End of the Millenium, Actar, 2010). Algo semejante comienza a detectarse en la narrativa de los escritores mexicanos nacidos después de 1970: el acto de narrar va siempre más allá de contar historias a través de una retórica o estilo. El resultado es una suerte de autorreflexión crítica que recupera cuerpo, sangre, vida, arrojo, gozo en un rebasamiento de la vacuidad metaliteraria y sus desenlaces anecdóticos en desgaste continuo, intrínseca a tantos falsos prestigios de hoy. En su mente, por el contrario, resuena la onda de choque de una época de grandes cambios.
Al inaugurarse las Torres Gemelas del World Trade Center, el legendario funámbulo Philippe Petit acudió allá en 1974 a realizar su mayor acto: tender un cable furtivo para consumar el equilibrismo entre ambos edificios. Como consta en la magistral película de James Marsh, Man on Wire. La hazaña del siglo (2008), la tarea del artista francés significó todo un plan sistemático de operaciones, además de su estrategia creativa, que demandó ensayos, croquis, maquetas y una logística compleja proveniente del espíritu de la época: el afán libertario y el juego, la simplicidad y la rapidez enfrentados al orden emergente en aquel entonces. La ingravidez y el prodigio de lo estable-inestable, el pavor, la rebeldía y la risa en una alternancia exultante. La invocación de otra arquitectura.
En su reciente novela Gotas.de.mercurio (Montesinos), Edson Lechuga despliega una trama brillante que entrelaza varios motivos: el desarraigo de México a Barcelona, los desdoblamientos o el doble, la búsqueda del mejor u otro lugar, la deslealtad, la fragilidad de los recuerdos, la insensatez de los sentimientos, el contrapeso de la literatura contra la prosa del mundo, las cartas o mensajes, la voz o voces, entre otros temas. En el hallazgo de su propia madurez, el narrador sabe hilar fino con dichos motivos hasta lograr una novela fuera de lo común, una obra que recupera el rigor de contar sólo aquello que debe contarse sin mengua de una poética exacta, en la que inciden Roberto Bolaño, Oliverio Girondo, Agota Kristof, e incluye fotografías visuales y otras de tipo textual, donde el marco canónico de éstas encierra un descriptivismo agudo. Como una metáfora dispersa, surgen también las "Disertaciones sobre los globos aerostáticos de papel de china", donde el motivo de la ingravidez transparenta una aspiración de los tiempos.

elangel@reforma.com

septiembre 05, 2012

Ese pinche dripping ontológico.



Notas a propósito de la novela gotas.de.mercurio de Edson Lechuga.
Por Eduardo Sabugal
                                                           “uno de esos hombres contradictorios, duales, que dentro de un enorme , calientan un profundo no.”
Edson Lechuga

            Un juego, un rito, así podía entenderse la escritura, como un viejo juego insensato, un rito de conjura. En gotas.de.mercurio de Edson Lechuga encontré muchas cosas en la diégesis misma que me hablaron de cerca con cierta insistencia maligna, con dolor, con familiaridad. Pero además de ese feliz reconocimiento del azar, de la rabia, de la desolación, de cierta sincronicidad que fui encontrando en la historia contenida en gotas.de.mercurio, también encontré un notable afán técnico por la escritura que funcionaba en paralelo respecto al desarrollo de la trama. Una estrategia de seducción y de deconstrucción en las dimensiones lingüísticas; la sintaxis, la semántica, quedaban retorcidas o saboteadas igual que las atmósferas de polución e intoxicación en las que se asfixiaban insalubremente los personajes.  Los puntos en medio de las palabras que separan y aglutinan al mismo tiempo, me pareció una técnica derridadiana que aparece como una declaración de guerra desde el principio, desde el título mismo de la novela. Esos puntos colocados en un entre, arrastran las palabras a una nueva sintaxis, una nueva notación, en una suerte de copulación atómica, de dispersión. Dispersión lingüística que destruye todo curso narrativo tradicional porque los personajes mismos ya no pueden hablar, separar unas cosas de otras, pensar claro y distinto, porque el mundo en sus mentes ya está atomizado, lleno de puntos como lunares. Mundo enquistado y encostrado, con entes aglutinados apenas separados por una diminuta frontera en forma de punto. Los personajes tienen también un punto entre ceja y ceja. Puntos que son gotas, de un desagüe o desangre lento, dripping de gotas de mercurio, pero también de cera, de lluvia.ácida y de secreción.que.brota.de.la.noche.
            La otra técnica de desmontaje opera en la interrupción y la neutralización. Lo erótico puede ocurrir en la mitad de un puente peatonal, porque los puentes son esa zona intermedia, ese entre que promete una reunión de orillas. En los textos también Eros (con todo el poder de la seducción) trabaja calladamente en un espacio neutro, un entre que deja en las orillas sólo zonas de luz. A Edson Lechuga parece obsesionarle la extinción de las orillas pero al mismo tiempo se entretiene en lo neutro, en la superficie de un texto neutro. Fue Maurice Blanchot quien hizo una concienzuda apología de lo neutro (a propósito de Kafka) y la interrupción, como estrategias filosóficas y de escritura, en donde justamente aquello que habla en los textos no es una voz o un autor, sino una interrupción, algo inacabado, como eso que puede ocurrir a la mitad de un puente peatonal o dentro de un sobre sin abrir. El problema del entre, sin llegar a las orillas, y la deconstrucción, operan en la superficie del drama y del texto, en las fotografías textuales y visuales, en un mapa, en una nuca, en la estampita de una virgen. El juego de superficie, la inscripción en la piel del otro, la visión en el espejo de Silvana, el espejo de un baño, el pergamino de un papel amate. La superficie termina siendo un lugar inhabitable, como las sábanas de una cama en un cuarto de hotel, donde suceden cosas, es más, donde todo puede suceder o las cosas más importantes pueden suceder, pero se imposibilita la estadía. Uno no puede quedarse ahí, sin riesgo de desaparecer. En ese espacio neutro tampoco se puede construir una identidad, porque es el entre, una lucha entre dos polos que tironean, un toro de dos cabezas.
            La salud, el refugio, el consuelo y el amparo estaban imposibilitados porque no existía el “nosotros”, ya todo estaba ido, convertido en una lágrima de semen, en un pinche dripping ontológico que atormenta. El personaje dice: “Dejaba que los minutos líquidos pasasen a través de mí como un fluido de mercurio.”
            gotas.de.mercurio es también el relato de una huida, una fuga pánica y un regreso. Instaura lo que Enrique Lynch llama Un tiempo homérico, que es el de la partida y el regreso. Gracias a la fabulación, a las mentiras que escribimos en un cuaderno, gracias a nuestras Dorinas que inventamos mientras llueve y suena Shubert, gracias a la instauración de la escritura, del contar, es que conjuramos ese otro tiempo, el de la muerte, el de la finitud, el del alcaloide, el de la droga escarbando el cerebro. Sergio como Sheherezade, cuenta para no morir. Para no dejarse embestir por esa bestia bicéfala que es él mismo, toreando a los coches en Mixcoac. Sergio y Diego, tauro de dos cabezas, urbano y rural al mismo tiempo, recuerda a otras parejas, estas míticas y memorables. Pienso en los hermanos Polux y Castor, asociados a la constelación de Géminis. Llamados los Dióscoros que significa los hijos de dios. Sergio y Diego son Dióscoros impregnados de alcohol y drogas, de rolas de Real de catorce, partícipes de una tauromaquia siniestra. En la dimensión mítica existen siempre dos gemelos, una mitad mortal y otra mitad inmortal. Los Dióscoros, unidos por el amor fraternal, originalmente nunca se separaban y podían ir a buscar sin miedo el Vellocino de oro o invadir Atenas. Cástor, domador de caballos y Pólux, boxeador, eran símbolo de una pareja echa para las hazañas. Por un castigo de Zeus, la muerte los separó. Pertenecen a medias al Olimpo celestial y a medias al mundo subterráneo del Hades. Cambian de lugar en días alternos (nunca pudiendo estar juntos de nuevo) y se pasean de la oscuridad a la luz y de la luz a la oscuridad. Por eso esta bestia bicéfala de Sergio y Diego están enjaulados en una azotea, no pueden ascender ni descender por completo, por mucho que intenten tocar los aviones y las palomas con los dedos. También pienso en  Rómulo y Remo, el tema del gemelo oscuro que intenta destruir a su hermano luminoso. Pienso en la daga que mató a Diego e inevitablemente sospecho de Sergio. Sabemos que en el fondo eso es la sombra, eso que Carl Jung llamó la sombra. Una suerte de combate con un enemigo interno. Caín y Abel, internalizados en un toro, le sirve a Edson Lechuga para llevar su estrategia de diseminación derridadiana en dos superficies: la diégesis y la forma. El lenguaje presenta una dualidad similar a la de los Dióscoros, las palabras muestran y ocultan al mismo tiempo, como Silvana que se pasea en toalla de baño y uno no puede más que imaginársela desnuda bajo esa toalla que cubre y descubre. Como el relevo de los gemelos que se tienen que mostrar y esconder.
            Ernst Cassirer decía que somos animales simbólicos, y es que estos perros.de.azotea son justamente eso, animales prófugos que se rodean de símbolos para escalar en la rampa zoológica; cartas perdidas, robadas, apiladas, postales o imágenes de vírgenes negras, braguitas de una mujer extraña y familiar, un boleto a Xalapa que nunca se usó, tres libros, tres portadas de libros, fotografías, un mapa, lo objetual se fetichiza. Y también opera una transferencia de esa fetichización de los objetos a los recuerdos, como si los productos del recuerdo fueran objetos también mágicos, como si en lugar de ser ausencias, aún conservaran una secreta potencia presente; una habitación, el número de una habitación, la cifra 309, un álamo, un cobertizo para caballos, un bar en Coyoacán, tres llamadas perdidas, las 20:20 horas, una tonada de Schubert que suena desde un manuscrito, un departamento en el Carrer Ample, son recuerdos que también funcionan como objetos fetiche, objetos que se vengan del sujeto que los recuerda.
            Al margen de los autores explícitamente homenajeados como Bolaño, Girondo y Kristof, también encontré ecos de la imagen que analiza filosóficamente Jean Baudrillard: la de aquel hombre sentado, contemplando en un día de huelga, su pantalla de televisión vacía, y que será algún día, dice Baudrillard, una de las más hermosas imágenes de la antropología del siglo XX. Hay escenas cruciales en estas gotas.de.mercurio que ocurren con el televisor encendido, escupiendo su luz insulsa.
            Respecto a las mujeres, encuentro varias versiones de Eva. El poder de la culpa, del recuerdo de la culpa y la tentación, ellas son el poder de un pecado siempre original, son la seducción pero también lo que mueve al viaje. Son el viaje y el riesgo del viaje, como las sirenas de las que huye Ulises. Esas “ellas” de Lechuga son bolañianas o girondeanas, tienen algo de la Alcira Soust Scaffo que persiguió detectivescamente Roberto Bolaño bajo el disfraz de Arturo Belano. Según Ignacio Bajter, fuera de la ficción, Alcira decía: “¡Pinche Roberto!, por qué no me saca de esos libros”, la misma imprecación deben estarle haciendo a Edson Lechuga, aquella Martha, Lara, Dorina y Silvana.


agosto 31, 2012

gotas.de.mercurio Por Mardonio Carballo


gotas.de.mercurio

Por Mardonio Carballo

A Lydia Cacho.

Hora de hacer una pausa. En el verano de 2011, en Barcelona, conocí a Edson Lechuga, huasteco de Pahuatlán, Puebla; Escritor, con diez años a cuestas fuera de México. Me sorprendió muy gratamente su pluma y su carrera que tiene como base la ciudad catalana, su imaginario campesino me sorprendió. Hace unos días, regresó a México con su nueva novela bajo el brazo. Fui honrado por él con la invitación a presentarlo. El Claustro de Sor Juana, fue la sede de este encuentro el 15 de agosto de 2012.

Voy a hablar de esperanza.

Tender un hilo y caminar sobre él. Tender un puente de saliva entre lo que somos y lo que esperamos con desgano ser. Alimentar un lomo de fuego. De papel.de.china de altos vuelos. Tender un puente de nostalgias desde Barcelona hasta el DF. Dejar la saliva. Dejar correr la tinta. Tender un hilo de tinta y caminar sobre él.
Alimentar el desgano de no ser. Alimentar las ganas de ser. Alimentar al gato. Ronroneo constante. Asma felina. Así el deseo que se acumula en el epidídimo. Irse y no. El gato se parte en dos. Llega la noche y la tos: el hambre y el deseo. Mordiscos de tinta. Huellas de tinta. Pasos de gato negro al caer. Tender un puente de nostalgias desde el DF hasta Pahuatlán. De volada. Desde el cielo una hermosa mañana… una noche, en Coyoacán, en la Guadalupana.

¿De qué nos habla Edson Lechuga? Nos habla de él. De la circunstancia, a veces tan humana de volar. Las gotas de mercurio, son a cuenta gotas un espejo diluido, partículas derretidas de uno mismo. Fragmentos. Granadas que explotan un quince de septiembre en Michoacán.
¿De dónde es uno? Uno es cada lugar del que ha partido, uno es de donde dejó enterrado su ombligo. Uno pertenece a cada lugar donde ha enterrado un amor.
El amor contrariamente al pensamiento popular no es un bien escaso. Es directamente proporcional a las posibilidades de morir. El amor es muerte. El deseo es asesino. El deseo nos reduce a lo que somos, simple carne con fecha de caducidad invisible. El amor está pues, a la vuelta de la esquina. En las putas, en los putos, en los borrachos, en las muchachas y en los "yonkis" en las cantinas, en los salones de belleza. En la fealdad. El amor está en el aire. El amor está en México.
México, nos dice Edson Lechuga es un recuerdo. Hilo de plata con luz de oro. Conejo de cien.pies. Pilkates que se mikin. Muchachas violadas por el Ejército y muchachos que se mikin. O se matan. Pero a México hay que volver, a pesar de todo. A pesar de sus políticos idiotas, a pesar de sus telenovelas insulsas. A pesar de Verónica Castro o Lucerito. A pesar de Pedro Infante... Pero a México hay que volver. Por su ombligo, por sus muertos, por su pasado que come nuestro corazón de cedro cascado. Serpiente al fin habrá que regresar por nuestra piel.
Alimentar el desgano de no ser. Alimentar las ganas de ser. Alimentar al gato. Ronroneo constante. Asma felina. Así el deseo que se acumula en el epidídimo. Irse y no. El gato se parte en dos. Llega la noche y la tos: el hambre y el deseo. Mordiscos de tinta. Huellas de tinta. Pasos de gato negro al caer. Tender un puente de nostalgias desde el DF hasta Pahuatlán. De volada. Desde el cielo una hermosa mañana… una noche en Barcelona, en la Clandestina.
Tender un hilo y poner un vaso de plástico en cada extremo, acercar la oreja y escuchar el latido de un hermano muerto al otro lado del mundo. Pum, pum, pum corazón delator. Pepenador. Pum, pum, pum pepenando. Pum, pum, pum penando.
Una foto:
sobre el océano vuela, sin  rumbo fijo, sin inmutarse, un globo aerostático. Se adivina un él en él. Un sirio gigante alimenta su vuelo. Pareciera que este globo trae un velorio con él. La sal alimenta su labor de soledad. Sobre el globo, sobre el guión que describe, el fotograma de este globo, cae un chorro de tinta: gotas de plata caen al mar y lo envenenan. Un pez vampiro ha muerto. La noche de algas barrunta.

¿De qué nos habla Edson Lechuga? Nos habla de él. De la circunstancia, a veces tan humana de volar. Las gotas de mercurio, son a cuenta gotas un espejo diluido, partículas derretidas de uno mismo. Fragmentos de plata que caen al mar.
Y si no se llamara Edson Lechuga, seguiría escribiendo como Edson Lechuga.
Alguien que se fascina con la llovizna y es capaz de mirar el interior de las luciérnagas no es un hombre libre. Encerrado en partículas diminutas y halos de languidez y luz tiene que escribir para crear su libertad. No hablo de Edson pero sí. No hablo de un escritor pero sí. No hablo de un hombre pero sí. Todo hombre tiene que mirarse a sí mismo para lograr su libertad…, aunque sea para asustarse y decidir no salir más.

Tres veces tres. Tres historias por tres. Tres personajes que se hieren con la punta de su triángulo, círculo inequívoco más invitados. Tres personajes convocados en una cama en dos continentes más invitados.
gotas.de.mercurio de Edson Lechuga y editado por Montesinos y Colofón: próximo estreno en librerías.