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octubre 18, 2012

Luz de luciérnagas Edson Lechuga POR DANIEL EMILIO PACHECO



No había caído en cuenta, hasta que leí esta novela, en lo poco que se ha escrito en forma novelada sobre el terremoto ocurrido en la ciudad de México, el 19 de septiembre de 1985. Esta novela no solo pasa por este momento histórico, hace del distrito federal un personaje más de la trama. Y se refiere a esta ciudad de esta forma:
  Porque la ciudad de México no es madre de nadie.
Ama, es cierto.
            Pero ama con amor de madrastra.

Lo primero que salta a la vista al leer la novela, es el ritmo poético que utiliza el autor para contar su historia -incluso recurre en algún momento a marcar por medio de espacios en blanco su escritura en prosa, una palabra por renglón, para dar énfasis, como se hace en la poesía-, usando para este fin un lenguaje cuidado, sobrio, sin exageraciones.
La historia que se cuenta es la de Germán Canseco, un hombre qué, a la distancia, revive parte de su vida en la Ciudad de México. Es en esencia una novela de amor, de ausencia, de recuerdos, buenos o malos… Pero recuerdos al fin y al cabo.
La vida de Germán ha sido marcada cuando como espectador, le toca presenciar la muerte de personas ajenas a él emocionalmente. Sin embargo la perdida más trascendental para Canseco, la ausencia más recordada, es la de Alma, su compañera, amiga, novia, amante. Aun a pesar del tiempo -mas de veinte años-, y la distancia -ahora se encuentra en Barcelona-, sobre los hombros de Germán pesa la imagen del edificio derrumbado, donde Alma vivió, de nada han servido los años, la otras oportunidades, los kilómetros de distancia. Ni siquiera el simbólico funeral, que no enterró el dolor de la ausencia, ni el recuerdo de la mujer amada.

Edson Lechuga entrega una buena primera novela, sin miedo a proponer su estilo, y arriesgando con un tema en el que fácilmente se podría caer en el chantaje emocional hacia el lector; por el contrario, usa sobriamente el momento escogido para plantear su historia. Los recuerdo y las evocaciones de cada lector llegaran solas, con las crónicas del momento, con las reflexiones personales, dándonos cuenta qué, lo que creemos olvidado o superado, se encuentra aun vivo en nuestra mente.
Mención aparte merece la forma en que entrelaza la historia que cuenta, con las citas poéticas de José Carlos Becerra, valiéndose del libro El otoño recorre las islas, para en ocasiones acompañar los diálogos de los personajes.
De la Edición: portada de acuerdo al tema, impresión limpia y cuidada. Montesinos supo escoger la novela adecuada para presentar a un buen escritor.

Lo mejor de ser un buen escritor, es la veracidad con que se puede contar una historia, sin haber estado allí.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Si realmente quiere que le lean, ponga una plantilla más cómoda para hacerlo: sacrificar el contenido por la estética tiene sus límites.
Saludos.