Los burócratas nadan en un mar de aburrimiento tempestuoso.
Desde el horror de sus bostezos son los primeros asesinos de la ternura,
terminan por enfermarse del hígado y mueren aferrados a los teléfonos
con los ojos amarillos fijos en el reloj.
Los burócratas tienen linda letra y se compran corbatas,
sufren síncopes al comprobar que sus hijas se masturban,
deben al sastre, acaparan los bares, leen el Reader Digest y los poemas de amor de Neruda,
asisten a la ópera italiana, se persignan,
firman los pliegos nítidos del anticomunismo,
los hunde el adulterio, se suicidan sin arrogancia,
tienen fe en el deporte
y se avergüenzan
se avergüenzan a mares
de que su padre sea un carpintero
Roque Dalton
prefiero la duda a la certeza, lo sutil a lo concreto, la posibilidad al hecho, el mito a la leyenda, la lluvia de otoño al sol de verano, el pecado a la pureza, las cosas pequeñas a las grandes, las diablas a los dioses, la izquierda a la derecha y la literatura a la realidad. viví en barcelona más de una década y ahí aprendí a ser uno de esos otros∙muchos que me habitan∙todos. sé ahora que escribir es escribir∙me y que todo texto es mejor que su autor.
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febrero 28, 2014
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