Los libros de Edson Lechuga no son prosa. En la
literatura la prosa no existe. Lo que hay en ellos es una construcción poética,
la capacidad de convertirse en surfista y cabalgar no la ola, sino con la ola.
La escritura de Edson Lechuga está sustentada en
el vuelo y, también, al sentirse respirar sin separarse de los latidos del
corazón.
Edson Lechuga escribe con las manos y con el plexo
solar. Se arriesga por lugares que no son fáciles de ver. Por ejemplo, en Luz de luciérnagas, la novela cuyo
escenario es la ciudad de México minutos, horas y días después del inmenso
nocaut del 85, el personaje que narra la historia transforma su mirada en una
intensa secuencia de estremecimientos, en el ángel terrible que se abraza a
nosotros en el derrumbe y nos lleva al pie de la muerte y las imágenes de su
dolorosa victoria.

En todas sus narraciones, las voces de los
personajes de Edson Lechuga se expresan desde la unión de la superficie y la
profundidad, construyen una literatura de escenarios para verse a sí mismos y,
al mismo tiempo, permitir que el lector salga de la comodidad para percibir el
estremecimiento que implica la belleza.

Edson Lechuga ha comprendido que la creación
literaria implica aceptar que es la sorpresa quien define nuestras vidas, que
lo desconocido no es un don de la lejanía, sino un paradigma tan próximo como
infinito.
Su escritura es un reto y cada uno de sus
personajes planta la pregunta que necesita dar frutos y facilite morder el pan
de la sabiduría.
Una novela, por difíciles que sean sus temas y,
por ende su tratamiento es, para Edson Lechuga, como una caja de música. La
escritura se desarrolla en el invisible pentagrama del espíritu. Se trata de
ver a las emociones por dentro, de mirar con todo el cuerpo, incluso de
observar a la muerte con voluptuosidad.
Los temas de Edson Lechuga son el amor y el viaje.
Sus personajes son caminantes, y ponen todo el corazón al cruzar cada calle, al
llegar a cada esquina.
La literatura de Edson Lechuga es una invitación a
mirar con intensidad, estar en el aquí y el ahora, cultivar el presente de la acción
poética, descubrir de nuevo nuestro rostro y darnos cuenta que se escribe y se
lee para nacer, para purificarnos y pesar nuestros pensamientos.

La literatura de Edson Lechuga nos servirá para
meter las manos al fuego en el que arden nuestras almas y, atravesándolo, va
discurriendo el manantial de nuestros pensamientos.
Literatura para la vida y así saber que, de no
tomar en las manos nuestro corazón, es
imposible crear, volver a llenar al mundo de imaginación. Edson Lechuga:
escribir para salvarse, para cruzar el río e ir mucho más lejos que a la otra
orilla.
Literatura para comprometerse con cada palabra, y
nuestro sentir sea la verdadera pulsión de nuestros actos.
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