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octubre 24, 2009

Gotas.de.mercurio [8]

Todo se derrumbó allá afuera, Dorina.
Qué bueno que no estás en esta vigilia porque hace un momento toda la realidad se vino abajo. Sin remedio. Sin sentido. Lo único que permanece ahora es esta habitación con nosotros dentro, a salvo, aislados del mundo en ruinas, metidos en esta burbuja que orbita en torno a un sol que se demora, que se niega a calentar nuestros desesperados huesos. Si intentásemos salir moriríamos perdidos en la nada. Eso me lo enseñaste tú, ¿recuerdas? Hace meses. Aquel día en que nos colamos clandestinamente a tu habitación y después de muchas horas de besos quise salir a darle la cara al mundo. «No salgas, profesor», dijiste, «mientras hacíamos el amor el mundo se fue al carajo y, ahora, allá afuera no hay nada».
Detuve mis pasos.
Hice caso a tus manos que ya me tocaban las piernas, la base de la espalda; ya me guiaban a tu costado tibio. Me tiré a tu lado y me dejé envolver por tu cuerpo montoncito de tierra caliente. Me dejé ahí, como quien deja un pan sobre la mesa:
adentro de tu habitación había mantras, símbolos, frases que te daban identidad escritas en las paredes, libros y una hoja de álamo pendiente de una ramita donde se leía:
La forma y el color de mi corazón;
afuera de tu habitación el desierto y el destierro. La oquedad. La ira de un dios falso, falsificado por la fe de los hombres;
adentro de tu habitación había tu piel, tus cicatrices, los poemas de Vallejo esperando ser leídos, ser nombrados, ser creados, ser inflados con fonemas hasta darles cuerpo;
afuera de tu habitación el delirio, la ciudad ardiendo, el olfato de los lobos en busca de nuestra sangre, la maldición de las nubes negras;
adentro todo tu significado, las palabras que el tiempo ha escrito sobre tu piel y que sólo yo he sabido leer;
afuera la devastación, las leyes de los hombres que no han aprendido a bien.morir;
adentro tus orgasmos, uno a uno, tenuemente, uno a uno, levemente, uno a uno, nubemente;
afuera el frío, la ausencia;
adentro tú
y tu cabello negro, largo, enmarañado a la almohada, a las sábanas, a mis dedos, al espejo del baño, a mis besos, al cristal de la ventana, a mi pupila cautiva; tu cabello tocando cada palabra pronunciada por nosotros; tu cabello enredándose a mis latidos, a mi pasado, al recuerdo del río donde mojaste tus pies de tierra y te echaste a reír debajo de aquel sol pahuateco. «Ven», me pediste aquella ocasión desde tu pequeña piedra.isla [la ropa mojada, la voz mojada].
Fui,
como he ido siempre que me dices ven.
Elisa miau nos miraba desde el puente colgante, nos tomaba fotos, nos decía en voz alta cosas simples. Elisa miau jugaba con su mote y gritaba: «miau, miau», cuando nos besábamos, cuando nos abrazábamos, cuando recogíamos piedritas del fondo de las pequeñas pozas, cuando nos quitábamos el pelo de la cara, cuando jugábamos a salpicarnos con el agua limpia del río limpio de aquel pueblo limpio.
Aún conservo una de aquellas fotos, Dorina. Debes saberlo. Aún tengo tu tristeza impresa en papel, tus ojos inalcanzables, tu cabello selvático, las pequeñas gotas de agua rociando tus hombros, aquel anillo de plata adornando tu dedo.corazón. Elisa miau me regaló la fotografía días después del viaje. «Le haces bien, profesor», me dijo, «mira como sonríe».
Era verdad: brillabas.
En la foto me mirabas como si estuvieras mirando al mar. Sonreías como si estuvieras presenciando algo bello y perenne: el alba, el viento moviendo las hojas de un libro. Llevabas el pantalón remangado hasta las rodillas y hundías tus pies en la pequeña poza, sentada [o puesta ahí], en tu pequeña isla.piedra. Yo, delante de ti, limpiaba tu rostro con las yemas de mis dedos. Dentro de la fotografía yo era feliz; fuera de ella, entonces, también; ahora, no. Ahora la realidad está hecha una inmensa bola de mierda a punto de pasar sobre nosotros. Por eso no debemos salir de esta habitación, Dorina, porque igual que aquella vez en tu cuarto, la realidad se está cayendo a pedazos.
Lo comprobé hace un momento, cuando intenté salir de este: nuestro refugio bueno. Pretendía ir al coche en busca de la foto. La tengo ahí, en la guantera, metida en la funda de los documentos del coche. ¿Lo sabes? ¿Incluso desde tu mundo onírico eres capaz de recordar que tú ahí la guardaste? La contemplaste entre tus manos, abriste la guantera y la acomodaste en la funda de mica para que puedas verme cuando te de la gana, profesor; para que no te olvides tan rápido de mí.
Esa foto fue una de las causas por las que continúe con esta historia, Dorina, porque debes saber que hace algún tiempo intenté soltarte, o mejor, soltarme de ti. Lo intenté como se intentan las cosas trascendentales, es decir, con ardor, con todo el espinazo. Lo intenté a partir de aquella madrugada cuando te encontré tirada en la escalera de tu edificio: ahogada en llanto y marihuana, abandonada, turbia, pasada por alcohol, el cúter en una mano, la herida en la otra. Al día siguiente al salir del hospital llamé a tu padre y una vez más recargó toda su cólera, su culpa, su miedo en usted estúpido profesor abusivo; usted que si tuviera en mis manos un arma ya no existiría; usted abusador, seductor, pedófilo; usted viejo.verde; porque antes de usted no se había hecho tanto daño, antes de usted las heridas eran más superficiales, antes de usted no tenía esa tendencia a llorar mientras llovía, antes de usted no leía cosas tan tristes, antes de usted no escribía cosas tan grises, antes de usted cantaba canciones bajitas, pequeñas, infantiles, mi niña, mi hija, mi astilla. Y yo sin saber qué decir. Cómo. Desde qué sitio. Con qué palabras.
Decidí largarme, Dorina.
Huir.
Poner distancia entre la ira de tu padre y mi humanidad; entre tus cicatrices y mis ganas de salvarte. Decidí alejarme, Dorina, pese a que tu ausencia significaría mi desolación, mi caída. Porque un hombre es incapaz de soportar el duelo de otro hombre; porque un hombre no puede contener el miedo de otro hombre, porque un hombre no es más que un hombre, porque yo sólo soy yo. Pero sobre todo, decidí largarme porque comprendí que si no iba a ser capaz de salvarte, te destruiría.
Me detuvo Elisa miau; o más precisamente, tu fotografía; o mejor aún, la forma en que ahí, en la foto, me mirabas. Dentro de ese hilo de luz que se tendía como telaraña entre tus ojos y los míos hallé una esperanza, una pulsión, un síntoma de vida, una rendija por donde entraban cielos limpios y el vuelo de las aves, los poemas de Vallejo, el aleteo de las mariposas, la niebla con sus pisadas de gata, la amistad de Elisa miau, el piano de Schubert, las palabras que he puesto en tu pupilas, la tierra de Pahuatlán, tu hambre de libros. Por eso volví. Por eso he vuelto siempre. Porque cada vez que intento alejarme,
vuelo,
siempre,
irremediablemente,
a ti,
a tu centro.
Invariablemente vuelvo, Dorina. Oscilo entorno a ti. Atado a ti. Centrifugando en ti. Orbitando en ti. Soy satelital a ti. Muchas veces he intentado largarme, dejar de herirte, dejar de salvarte, pero vuelvo, regreso, giro, rectifico, retorno a ti. Muchas veces, muchas veces, muchas veces, Dorina. Incluso hace unos minutos [¿Lo sabías? ¿Fuiste capaz de percibir mis intensiones?], cuando dije que iba al coche por la fotografía que tengo en la guantera, clandestinamente pretendía largarme, salir de aquí y no volver. Dejarte sola en tu mundo de sueños. Cambiar de facultad de universidad de ciudad de país de continente de hemisferio de planeta. Cambiar de especie. Romper todo vínculo. Dejar de ser yo. Pero no lo conseguí, Dorina, porque afuera el mundo está roto, despojado de sentido, hecho una mierda. Así que en esta realidad únicamente quedamos tú y yo, más solos juntos que separados.
Porque allá fuera el mundo está muerto
y ha comenzado a pudrirse.

12 comentarios:

Montse R dijo...

Hola Lechu,
Me estreno comentándote. Esta tortura de relación entre Dorina y el profesor tiene un punto tan poético que, leyéndo, quisiera una vivir algo así, probar, saber de primera mano esas intensidades que describes.
No se si soy imparcial contigo, sólo se que me encanta leer estas entregas.
Gracias mil!
Montse R

Encarna Hernández (Elis Nennit) dijo...

Qué bonito ese "intenté soltarte, o mejor, soltarme".

Pero cómo hacer para intentar soltarse de las cosas maravillosas que habitan en el interior, en ese único lugar dónde de verdad existe lo bello, lo noble, donde la sensibilidad compartida es posible, donde la hipocresía, la banalidad, la "mierda", quedan afuera cubriéndolo todo.

Me encanta como le hablas a Dorina, a esa Dorina que habita en lo más profundo de tu interior..

Gracias lechuga por seguir existiendo..
Y gracias por compartir!

marta dijo...

estoy con montse R. :)
Me sienta tan bien leerte. Hoy me ha curado un poco.
Gracias,

marta.


"porque antes de usted no se había hecho tanto daño, antes de usted las heridas eran más superficiales, antes de usted no tenía esa tendencia a llorar mientras llovía, antes de usted no leía cosas tan tristes, antes de usted no escribía cosas tan grises, antes de usted cantaba canciones bajitas, pequeñas, infantiles, mi niña, mi hija, mi astilla."

A lo mejor, "antes de usted" aún no había vivido.

Huehuetéotl dijo...

Si eres capaz de escribir con ese pulso, eres capaz.Hazlo.

Anónimo dijo...

montoncito de tierra caliente.
libros y una hoja de álamo pendiente de una ramita
la forma y el color de mi corazón
nubemente
tu cabello negro, largo, enmarañado a la almohada
tu pequeña piedra.isla
limpiaba tu rostro con las yemas de mis dedos
no debemos salir de esta habitación

Era verdad: brillabas
Mi salud, mi sitio

Lía dijo...

Ni qué decirte Lechuguita... sigue y sigue.. dando sentido a tus palabras... con las que haces nacer sentimientos tal vez ocultos, algún vuelco en mi corazón... sigue y sigue... me encantará seguir leyéndote!...
Un abrazo,
LÍA

Unknown dijo...

Lechu, entro en conflicto con esta lectura, mis recuerdos y la imagen que tengo de un motel no me es muy agradable; pero la atmósfera que se respira dentro de esta historia aprehensiva, nostálgica y tan llena de calor, Estos personajes tan necesitados de ellos mismos. Me pregunto ¿cuantas veces hemos vivido mas intensa honesta y libremente dentro de cuatro paredes que afuera?
Yo también estoy esperando la continuación...
Gracias por tus historias y los recuerdos de Pahua

Unknown dijo...

Pos compadre, creo que desde hace tiempo este mundo se fue a la mierda, y poco a poco nos vamos dando cuenta, como reuniendo los trozos de una fotografía hecha trizas. Sólo el amor queda para sostenernos.

Anónimo dijo...

Es dificil explicar los sentimientos que me llegan ,son recuerdos ,son experiencias , son realidades...este mundo se esta acercando a la mierda , pero siempre estara Mi dorina y ese cuarto al que llamo mi hogar.
Bien compadre
Rony

Chambe dijo...

Continuas manteniendo la emocion en tu mundo de cuatro paredes, continuas encandilandonos con Dorina y ese profesor salvador de causas perdidas.
Y ya esperando el nuevo fragmento ya y saber mas sobre estas dos almas que nos tienen atados a tu blog.
Desde Amman.

Zandunga dijo...

Suspiros, más suspiros... lo entiendo todo, todo lo que pasa en esa habitación, pero a la vez no entiendo nada, nada de nada... qué par de amantes: una con el alma vieja y el otro que parece habersele olvidado respirar y haber nacido ayer pese a su edad (pues supongo que es bastante mayor que ella... que manera de amar...

Anónimo dijo...

Una foto en la guantera. Asi de facil?
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