En la nuca de Silvana caben todos los besos,
los míos,
los que no he dado.
Aquellos que he madurado en mis labios y he protegido con minúsculos caparazones de insecto.
Aquellos que he guardado bajo la espiral de la voz, bajo el gesto milenario de la sonrisa.
prefiero la duda a la certeza, lo sutil a lo concreto, la posibilidad al hecho, el mito a la leyenda, la lluvia de otoño al sol de verano, el pecado a la pureza, las cosas pequeñas a las grandes, las diablas a los dioses, la izquierda a la derecha y la literatura a la realidad. viví en barcelona más de una década y ahí aprendí a ser uno de esos otros∙muchos que me habitan∙todos. sé ahora que escribir es escribir∙me y que todo texto es mejor que su autor.
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